Para Edu
En el firmamento se dibujan las notas musicales. Una mano soberana las golpea suavemente. La música inunda el ambiente, el aire se torna melódico. Las personas la palpan, la respiran. Sus pulmones se llenan de esa sustancia, su piel reacciona ligeramente ante la sutil advertencia de la felicidad próxima. Todos vibran a un ritmo establecido, una melodía determinada. Nunca se repite. Las manos sobre las notas se pasean sin pausa. Navegan por el cielo, lo atraviesan en un espectáculo encantador. Ningún hombre sería capaz de realizar semejante maravilla. Sin embargo, el que ahora aparece surcando el aire es un pequeño hombre. El mundo se ha detenido para observarlo, sus habitantes experimentan un estado de felicidad desconocido. En su eterno caminar, nunca se habían detenido a apreciar la belleza. Esta vez lo hacen, atraídos por la inspiración de un individuo.
Pero, en el gobierno del tiempo todo llega a su fin. El hombre yerra una nota. La discordancia sacude al planeta. Troca los deseos de infinita alegría en las mismas ilusiones vagas que antes poseían. La marea de gente vuelve a deambular por los caminos del mundo. El aire retorna a los pulmones, vuelve a acariciar la piel de la muchedumbre. Una vez más, la rutina impone su ritmo, un gran suceso se sumerge en el olvido de la historia.
El pequeño hombre intentó cambiar el curso del mundo, pero este permaneció inconmovible. Pronto volverá a intentarlo, regresará con mayor ímpetu… y alcanzará la gloria.
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