Imagen: "Círculos en un círculo" de Kandinsky
La verdad es sencilla. Te lo digo porque cuando me dices que la estás buscando, siento que la buscas en la complicación. Además, me parece que la expresas en los mismos términos. Complicación en la comprensión y en la expresión. Complicación. Complicación innecesaria. Es como si en lugar de decir La verdad es sencilla, te esforzaras en exceso por encontrar las palabras para decir La concordancia de la realidad objetiva con el concepto personal subjetivo que la representa tiende a la sencillez. Pero la verdad es sencilla, aunque la realidad sea compleja: una especificación exhaustiva en cuanto la miras con mayor detenimiento. Al puro estilo hominocelular: miras la realidad hombre minuciosamente y hallas un conjunto de sistemas compuestos por millones de células cumpliendo diversas funciones. Lo mismo sucede en una escala mayor, en la realidad sociohominal, en la que al mirar la sociedad con cuidado se puede descubrir a los hombres que la componen. Y es que la realidad es compleja y el hombre también lo es. No solo en su composición fisiológica, sino también en su dimensión interior. Tú lo sabes, porque lo has estudiado. Sabes que el proceso intelectivo —la comprensión de la realidad externa— consta de varios pasos, pero yo voy a resumirlos en un único concepto: la abstracción. Básicamente, se trata de tomar la realidad externa y traducirla a una forma que pueda caber en la mente humana, como una idea, un concepto o un principio. Se trata de un proceso de simplificación: de la complejidad de la realidad a la sencillez de la verdad. Pienso que la verdad se halla en la abstracción. La verdad —te diría— viene a ser la forma más simple y elevada de la realidad.
Pero creo que he divagado suficiente y ahora vuelvo a ti, que me escuchas atento, porque sabes que con un mínimo de distracción te perderías en mis razonamientos que, por otro lado, no sé si sean del todo correctos. Te lo repito, no porque crea que eres un idiota y no entiendes lo que estoy tratando de decir, sino que lo repito por mí, porque a veces creo que no logro hacerme comprender del todo. Te lo repito: la verdad es sencilla, porque es la simplificación de la realidad compleja. Creo en eso, tanto como creo que tú puedes comprenderlo. También creo en tu capacidad para alcanzar la verdad. Confío en que procurarás abstraer los infinitos fragmentos de la realidad para simplificarlos en un número finito de conceptos con los que sí puedes lidiar. Confío en que serás como Forrest Gump o el príncipe Myshkin, considerados idiotas en sus respectivas ficciones, pero tan sabios como para comprender la verdad más sublime —el amor— y adherirse a ella en cada una de sus acciones. Espero que quieras ser tan idiota como ellos y te apartes de la complicación inútil de quienes se pierden en discusiones utilizando conceptos superficiales, conceptos alejados de la verdad más pura, de la abstracción más elevada, conceptos demasiado adheridos a la realidad más compleja, llena de infinitos fragmentos inabarcables para el hombre que, al final, no es más que una criatura finita. No te pierdas en esas discusiones. Discute, pero con la verdad, buscándola. Discute, pero con los conceptos adecuados, con los principios claros, aplicándolos en las realidades más complejas de la vida: la economía, la política, la literatura, la convivencia humana… Espero sinceramente que sigas buscando la verdad y que recuerdes siempre que solo la puedes hallar en la sencillez.
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