Para un cumpleaños múltiple...
Hay quienes beben para olvidar las penas. Otros solo beben y otros simplemente olvidan, no solo las penas, sino todo. Una vez conocí a un hombre así. Era un hombre alto, con barba y se llamaba… su nombre era… ya no me acuerdo. Pero, recuerdo su jovialidad. Acuden a mi memoria momentos pasados. Momentos que nunca podré olvidar.
Era una mañana calurosa, el sol brillaba radiante en el horizonte… aunque más bien me parece que era de noche, con la luz de la luna desparramada sobre las casas. Pues bueno, esa noche apareció un angelito gordo, con lentes y que enseñaba física… pero, creo que era flaco, desgarbado y extravagante… bueno, pequeños detalles que no arruinan la historia. Como sea, este hombre- porque la verdad es que no era un ángel- estaba caminando tranquilamente por la ciudad. Caminaba como yo lo hago ahora. Porque es hermoso caminar. Este hombre era muy olvidadizo. Lo olvidaba todo. Era alto, con barba y se llamaba… su nombre era… era yo.
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