Sueños

Octavo Camino

Es una de esas noches en las que apenas puedes divisar tus manos. Te despiertas agitado en tu cama. Abres los ojos e intentas ver a tu alrededor la causa de tu alboroto. No ves nada, así que intentas levantarte.

Intentas levantarte del lado izquierdo, pero… te golpeas contra la pared. Aun así vuelves a intentarlo. Esta vez la pared cede y caes junto con ella hacia el jardín. Te levantas y miras a tu alrededor. No puedes ver mucho más allá porque, por un lado, te rodea una selva espesa iluminada únicamente por la luz de la luna; por el otro, un inmenso edificio que remplazó a tu casa.

Caminas hacia el edificio. Entras. Está todo iluminado con la luz de una mañana radiante. La gente a tu alrededor parece estar trabajando normalmente. Estás vestido con un terno negro y corbata azul. En el fondo hay un bar donde van todos durante el descanso. A tu derecha, más cercano, se encuentra el ascensor.

Subes por el ascensor. Estás solo y presionas el número 21. Piensas que hasta ahora has vivido muchos sucesos extraños. Llegas al piso 21 y entras en un amplio salón lleno de cubículos de oficinas. Al fondo hay una puerta. Vas hacia allá y entras. Es una sala con una mesa redonda en el centro y poca decoración adicional. En la mesa hay dos pastillas. Una roja y otra azul.

Tomas la pastilla azul. Caes inconsciente al piso. Al poco tiempo abres los ojos. Estás en tu cuarto. Es de mañana. Hora de ir a trabajar. Qué extraño sueño has tenido. Pero no importa, ahora solo debes volver a tu rutinario y aburrido trabajo.

FIN

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