La noche gloriosa

Para Eduardito

Si el rojo es el color de la sangre y el negro el de la noche, entonces, si mezclara ambos, tendría una noche sangrienta. Pero, eso no quiero. Mejor uso la camiseta azul. Porque el azul es el color de la victoria, del equipo que quedará campeón este año. Así tendré una noche victoriosa. Aunque… no necesito una noche de gloria; más bien, vestiré de blanco y negro. Pero, pareceré una película antigua o, peor aún, un animal: como la cebra o el pingüino. Además, sé que el blanco es ausencia de color. No hay razón para su existencia. Es un color débil. No estoy dispuesto a vestirme con un color poco representativo, flojo. Los negros somos fuertes, no delicados como esos “blanquitos”. Vestiré de negro y viviré esta noche como una noche más.

(…)

Ahora que me dirijo al escenario, ahora que me decido a jugar con mis palitos, no estoy tan seguro de mi atuendo. Un negro vestido de negro, en la noche, no hace mucho sentido. Aunque si lo pienso bien, mi lugar en el espectáculo es oculto. De todas formas, nadie me ve. Creo que así disfruto más. Si me vieran me pondría nervioso. Solo, con mi batería, alcanzaré la gloria, lograré conquistar al público. Ambos marcaremos el compás de las canciones y arrancaremos suspiros –cuando las lágrimas se hayan terminado- de la gente que ama nuestras melodías.

(…)

Empieza el concierto. Escucho el clamor de la muchedumbre. Gritan el nombre más famoso del momento, el nombre de mi banda, de mis amigos. La guitarra inicia su arpegio. El resto de instrumentos espera. Mis palitos están ansiosos. Tiemblan mis manos, pero, entonces, el redoblante lo hace con mayor fuerza. El bombo se une al estrépito y los platillos completan la jugada. Un sinnúmero de sonidos surca el aire formando una sola melodía, armoniosa, bella. Finaliza el concierto. Apenas me he dado cuenta. El público aplaude maravillado por el espectáculo. Por mi parte, la muchedumbre importa poco. Yo he tocado para mis amigos.

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