Arco iris

Para Pancho.


Un joven entra al bar. Le pide al barman que le sirva una cerveza fría, una Club verde. Además, pide un cigarrillo, Marlboro rojo. Al rato, recuerda que no ha dicho “por favor”. Lo dice. El barman sonríe y le sirve su pedido. Mientras el pedido está siendo entregado, al joven se le ocurre que debería pedir algo más. Pide una naranja. ¿Por qué pide una naranja? No lo sabe. Solo lo hace. El barman lo mira desconcertado, sin embargo va a buscarla. Busca la fruta donde suelen estar las frutas en una ciudad calurosa: en la refrigeradora. El joven vuelve a hablar a las espaldas del barman. Es una nueva petición. Esta vez, pide un baño. Recibe la respuesta inmediatamente: “es al fondo a la derecha, en la puerta de color índigo.” El joven se dirige en esa dirección, sin saber a qué color representa el índigo. Él solo ha oído hablar de azul, amarillo, rojo, verde… los colores normales… ¿índigo?... Llega a una puerta azul. Supone que ese tono de azul es el índigo. Abre. Es el baño.

El joven regresa a la barra y se encuentra con su pedido: cerveza, tabaco, naranja. Enciende el cigarrillo. La primera calada produce en su rostro un gesto de profunda satisfacción. Abre la cerveza. Lo hace con el antebrazo. El barman lo mira divertido. Sin duda, ese chico es un hombre diferente. El joven observa al barman y ve su sonrisa. Le devuelve la sonrisa. Sin razón aparente, acude a su mente la imagen de una violeta. Esa flor hermosa del color de su nombre. Un color fantástico sin duda. Comenta con el barman sus pensamientos. Ambos se muestran de acuerdo en que el color de la violeta es maravilloso. Ningún otro nombre encajaría mejor con su descripción. El barman sigue dialogando con el joven, quizá porque no hay nadie más con quien hablar. Sin previo aviso, el joven muestra desinterés por la conversación y pide permiso para retirarse. El barman sonríe nuevamente y le hace saber que el lugar es todo suyo. El joven sale a la terraza. Se sienta mirando hacia el horizonte. Queda absorto en los colores del atardecer. Caen ligeras gotas del cielo, de esas que mojan sin mojar hasta que quedas empapado. De la línea donde se unen el cielo y la casa mal pintada de la cuadra de enfrente, nace un arco iris. Piensa que este símbolo debería ser usado en ideales grandes, para significar algo sublime como la paz o algo universal como la alegría. Se entristece al pensar en cualquier abuso de sus colores para fines menores o, incluso, irracionales.

Observará el arco iris hasta que lleguen sus amigos. Hasta entonces, disfrutará de su pedido… sobre todo de la naranja.

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