Décimo Primer Camino
Es una de esas noches en las que apenas puedes divisar tus manos. Te despiertas agitado en tu cama. Abres los ojos e intentas ver a tu alrededor la causa de tu alboroto. No ves nada, así que intentas levantarte.
Te levantas del lado derecho y sientes todo tu cuerpo abatirse por la gravedad. Caes aparatosamente por un túnel muy largo que gira constantemente. Gritas asustado mientras resbalas por el tobogán, esperando llegar al final. De repente, sientes el dolor al golpearte contra el suelo arenoso del final del túnel. Te levantas y miras a tu alrededor. Es una cueva levemente iluminada por una luz roja.
Decides analizar la cueva. Sientes el miedo penetrar en tus huesos. Caminas lentamente y pegado a la pared rocosa que envuelve el interior de la cueva. Logras ver que la luz rojiza proviene de un punto al otro lado del que te encuentras. También escuchas el rumor de agua corriendo por la cueva.
Caminas hacia la luz. Piensas que tal vez sea la salida. Cruzas la cueva, despacio, escuchando el rumor del agua cada vez más lejano. La luz se va haciendo más intensa. Cuando estás muy cerca empiezas a respirar con dificultad. Además sientes un miedo irracional ante esa luz.
Te vence el miedo y regresas hacia la cueva. Apenas diste la vuelta, la luz se apagó. Estás sumido en la oscuridad absoluta. Ya no escuchas el agua. Un silencio sepulcral ocupa el lugar. Tiembla la tierra. Te agachas y te pones en posición fetal. Empiezas a llorar como un niño que le teme a la oscuridad. Gritas desesperadamente por ayuda. Pero nadie escucha. De repente, oyes un timbre a lo lejos. Poco a poco la tierra deja de temblar, mientras el ruido del timbre suena más fuerte. Te despiertas. Apagas la alarma del despertador. Tomas la decisión de nunca más comer tantas hamburguesas en la noche.
FIN
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